El minimalismo es una forma de vida -o estilo de vida- que se enfoca a vivir solamente con lo esencial, tratando de reducir la cantidad de cosas materiales que poseemos e intentando simplificar nuestras vidas en general. Llevando un estilo de vida minimalista puedes aprender a priorizar lo que, para ti, tiene sentido en la vida, así como aprender a desapegarte de aquello que no te hace sentir bien y de aquellos objetos que no aportan ningún valor para ti en el día a día.
El minimalismo se originó en el arte y la arquitectura moderna en la década de 1950, pero ha ganado popularidad como filosofía de vida en las últimas décadas. A menudo se asocia con una estética minimalista pero el minimalismo va más allá de la apariencia y se trata de un enfoque holístico para simplificar la vida y reducir el estrés y la sobrecarga.
Eliminar el consumismo
El consumismo se alimenta de la presión social y la necesidad de satisfacer a los demás. Muchas veces, compramos las cosas no por necesidad, sino por el placer que supone tener algo nuevo. De la misma forma, la sociedad consumista en la que vivimos ha normalizado todo tipo de publicidad, cada vez más intrusiva y personalizada, y ésta nos hace creer que para ser felices tenemos que comprar todo aquello que se publicita.
Debemos intentar encontrar formas de vivir sin tantas cosas materiales. Esto puede incluir cosas como compartir en lugar de poseer, utilizar servicios en lugar de tener cosas, y buscar experiencias en lugar de cosas.
Además, aprender a decir no a cosas que no son importantes para ti y no ceder a la presión de los demás te va a permitir encontrar una forma de vivir de manera más simple y satisfactoria, sin depender de las cosas materiales para tener una vida plena y feliz.
Ser más respetuoso con el medio ambiente
Al comprar menos cosas materiales, podemos reducir la demanda de producción y reducir el impacto ambiental. A raíz de la normalización de este consumismo desenfrenado, estamos agotando los recursos naturales de nuestro planeta y se está generando una cantidad ingente de basura que acaba en nuestros bosques, campos, montañas y en el mar, poniendo en un riesgo muy serio todo el ecosistema global.
Además, al utilizar menos cosas, también se reduce el consumo de recursos como la energía y el agua, lo que tiene un impacto positivo en el medio ambiente.
Otra forma en que el minimalismo puede ayudar al medio ambiente es alentando a las personas a utilizar cosas de manera más eficiente y a optar por productos de mayor durabilidad. Al hacerlo, podemos reducir la cantidad de residuos y así como la necesidad de producir cosas nuevas, lo que tiene un impacto positivo en el medio ambiente.
Uno de los movimientos más populares últimamente respecto a esta cuestión es el zero waste, que trata de reducir el consumo y la cantidad de residuos que generamos, reutilizando todos aquellos productos que podamos para darles una nueva utilidad, e intercambiar o comprar productos de segunda mano para minimizar la sobreproducción de todo tipo de artículos.
Preservar el medio ambiente para las generaciones futuras está en mano de todos.
Reducir el estrés
Al eliminar todo lo no-esencial de nuestro día a día, vamos a liberar espacio y tiempo para enfocarnos en las relaciones, la salud, el bienestar personal, y las actividades y pasatiempos que realmente dan sentido a nuestra vida.
Simplificar nuestra vida cotidiana también puede significar aprender a decir no a compromisos que no vibran con nosotros. Esto provocará que tengamos menos cosas de las que preocuparnos y menos decisiones que tomar, y así poder dedicar nuestro tiempo y energía para las cosas que realmente nos importan.
Ser feliz
Pero hay otros ámbitos donde también es posible aplicar el minimalismo, y es en nuestras relaciones, emociones y pensamientos. Igual que el minimalismo nos ayuda desprendernos de las cosas que no necesitamos, también podemos aprender a deshacernos de todos aquellos pensamientos negativos o a dejar marchar a todas aquellas personas que se han convertido en tóxicas para nosotros. Del mismo modo, el minimalismo nos ayuda a conocernos mejor, a saber qué es lo que realmente nos hace felices y nos da las herramientas para que la felicidad no sea una meta, sino una forma de vivir.